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Las Zapatillas Mágicas

Las Zapatillas mágicas
 
En un país lejano, hace mucho mucho tiempo, vivían en una casita muy linda a las afueras del pueblo y cerca de un bosque, un matrimonio que no tenían hijos. Como cada día, el marido iba a la parte trasera de la casa y enganchaba un viejo caballo a su carro. El animal, cuando veía a su amo, le "relinchaba" alegremente pues, sabía que comenzaba un nuevo día, así un día tras otro. Pero, una tarde cuando volvían del trabajo, el animal se paró. El amo, creyendo que se trataba de que no quería tirar más le decía:
-¡Ehhhhhhh...ehhhhh, "venga alazán que ya llegamos a casa"!
Pero, el animal no tiraba.
- Bueno, - pensó - bajaré a ver qué pasa.
Cuando bajó creyó oír el maullido de un gato y se acercó a un grupo de árboles que había al lado del camino. Entonces acercándose vio que algo se movía dentro de una manta y pensó -"bueno alguien ha dejado aquí a los gatos que no quería en casa. -
Pero, al coger la manta, se dio cuenta de lo que había en su interior:
¡Era un "bebe"! Rápidamente se subió al carro, sin decir nada el animal galopó hacia la casa a una gran velocidad.
Al llegar a casa le dijo a su mujer:
- ¡Corre ven mira que he encontrado!
La mujer lo miró y le dijo:
-¿Que son esos gritos?
-¡Ven y veras!
Y, dejando la manta encima de una mesa vieron que era una hermosa niña. Los dos se miraron y exclamaron
- ¡¡Es preciosa!!
¿Y ahora que haremos? - Dijo el hombre -
-No lo sé - dijo la mujer- Pero lo que debemos hacer es lo siguiente, mientras yo la lavo, tú ordeña una cabra, pones la leche en un cazo y la calientas.
Cuando la mujer lavaba a la niña observó que tenía los pies "diferentes", eran muy pequeñitos. Cuando la niña, comió y se durmió, la mujer le dijo al marido:
- ¡Esta niña tiene los pies pequeñitos! Mañana a primera hora vete a la ciudad y comprueba que nadie la reclame.
Como nadie la reclamó, se quedaron con ella adoptándola y la llamaron  Luz.
Crecía hermosa y sana, pero, sus pies se iban quedando pequeños. La niña veía a otros niños correr, saltar, bailar....y siempre les decía a sus padres -¿"por qué yo no puedo ser como ellos"?
Cada día que pasaba la niña les repetía lo mismo. Sus padres no sabían que hacer, fueron con varios artesanos para que le hicieran zapatillas a medida, pero Luz no podía casi andar, siempre apoyada en sus muletas o en una silla donde con unos palos debajo de las patas su padre había puesto ruedas, así, cuando se cansaba podía sentarse y otros la ayudaban empujando la silla.
Pero, una noche no podía dormir y....al girar el cuerpo hacia el otro lado de la cama creyó ver una "luz", se froto los ojos y...en el suelo había un par de zapatillas que desprendían un brillo deslumbrante. Bajó lentamente de la cama cogió un zapato, se lo puso en un pie y luego el otro y para su sorpresa le quedaron muy bien, rápidamente se puso a dar vueltas y vueltas y a bailar. De repente se escucharon  unos golpes en la puerta:
- ¿¡Luz, Luz?!
Era su madre que entró en la habitación, al verla le dijo:
-¿"hija mía" aún no estas vestida?
- No, contesto Luz, hoy me he quedado dormida. Y cada noche se repetía lo mismo. Luz solamente estaba deseando que llegara la noche para irse a dormir y, así poder dar vueltas, andar y bailar.
Pasaron unos años y todo continuó igual. Un día el padre comentó: - Me han dicho que por fin ha llegado a la ciudad un artesano zapatero que hace maravillas, mañana iremos y te vera los pies para que te haga unos zapatos a medida.
Luz contesto: - Muy bien padre pero con una condición que me dejéis sola con el maestro zapatero.
Llegaron al taller y preguntaron por el artesano zapatero. Cuando salió quedaron sorprendidos era un señor bastante "viejo" Luz se dirigió a su padre: Como le dije antes déjeme a solas con el zapatero.
Regresando hacía la casa el padre le pregunto:
-¿Cómo has quedado hija mía con el artesano?
-Ahh!! No te preocupes, cuando los zapatos estén, me los traerá a casa.
Pasaron unos días y estando con su madre llegó el zapatero, que le dijo:
- Pruébate los zapatos los hice según tus instrucciones.
Ante la mirada de su madre se puso los zapatos y poniéndose de pié, empezó a andar, dar vueltas y a bailar.
Su madre no podía creer lo que veía, llorando le dijo al zapatero: - OH!!! Señor ahora no está mi esposo pero, tan pronto vuelva irá al taller para pagar los "maravilloso zapatos" que le ha hecho a mi hija.
Cuando llegó a la ciudad, se dirigió hacia donde estaba el taller y no lo encontró, extrañado fue preguntando y preguntando, sin embargo solamente le daban  la misma respuesta:
-¡Aquí nunca ha habido un artesano zapatero!
Cansado regresó a su casa y comentó:
- ¡Hay esposa e hija mía, no he encontrado al artesano zapatero!
Su hija se dirigió a él y con una sonrisa le abrió sus brazos, y abrazándole le dijo:
- Padre no te preocupes lo que yo tengo son "UNOS ZAPATOS MÁGICOS".
Luego los tres juntos se abrazaron, bailaron y bailaron.
Finalmente Luz fue feliz muy pero muy feliz, porque por fin su deseo se había hecho realidad.

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